El 11 de febrero de 2001, con Sol, mi compañera de aventura, partimos desde Plaza Once hacia Tilcara. Después de veintitrés horas de viaje en un micro fantasma, llegamos a Jujuy. El norte argentino durante seis dÃas, fue el paso previo para cruzar la frontera y comenzar en Villazón un viaje iniciático por el territorio boliviano. Las ciudades de Tilcara, Maimará, Humahuaca, Tarija, PotosÃ, Uyuni, Oruro y La Paz fueron el disparador para pintar cincuenta y cinco telas. La obra tiene un eje central: el paisaje andino con sus pueblos y habitantes
La ruta, al no ser programada con anticipación, permitió descubrir y conocer lugares perdidos en el tiempo y nuevos horizontes que dejaban una huella indeleble en nuestra memoria.
El altiplano boliviano presenta una escenografÃa natural donde montañas y caminos de cornisa, hacen sentir la presencia de la nada. La magnitud de la escena, hace perder la noción de lugar y tiempo. El encuentro de una realidad que se presenta diferente a la de uno, remarca un importante contraste con Buenos Aires.
Las vivencias en tierra boliviana fueron el punto de partida para realizar un trabajo de ruptura en la pintura. La imagen se hace más simple, el color es plano y todo se subordina al grafismo de nuevos personajes.
La altura de Bolivia pega fuerte en la cabeza, con imágenes e información que no puedo evitar tomar.
Enrique Burone Risso.