10 de Junio al 5 de Julio de 1997.
Muestra individual en Fundación Banco Patricios.
10 de Junio al 5 de Julio de 1997.
Muestra individual en Fundación Banco Patricios.
En las pinturas de Enrique Burone Risso, la imagen se presenta viva, elocuente, táctilmente aprensible (pero ambigua en cuanto a su naturaleza), recurrente, exclamativamente picassiana (Guernica, 1937 y Estudios para el Guernica).
Omite el mecanismo del cuerpo humano, como omite los de la arquitectura, el de los automóviles y el de otros artefactos que integran su iconografÃa. Por tanto sus escenas son verosÃmiles, pero irreales; irreales pero concretas; concretas pero fantasmagóricas. Es que los seres y las cosas están animados por una suerte de organicidad constituyente, definidora de cierta elasticidad que parece serles innata; los personajes corren, gesticulan, los artefactos mecánicos se encabritan, los edificios están girados sobre su eje, una visión angular, reiterada y superpuesta, multiplica las direcciones, entrecruza las formas y los caminos, cierra y abre imágenes, en un plano levantado ante la mirada del espectador, marginando perspectivas racionales, luminosidades creÃbles, estabilidades sensatas.
Las obras de Enrique Burone Risso, son una suerte de escritura nerviosa, semicircular, donde confluyen el humor, la ironÃa, la observación crÃtica, la exaltación de lo popular; todo a través de un gozo gestual y cromático. El trazo contiene y dinamiza a la vez. Un trazo que tiende a convertir a esta pintura en vitrales sui géneris. Seres animados y estructuras se presentan construidos con la misma materialidad pulsante; las escenas bien podrÃan unirse como consecuencia de historieta, donde los edificios respiran, las calles son inestables, movedizas y todo funciona a un ritmo y en un tiempo no convencional.
Hay un humanismo singular en esta manera fluyente de pintar las formas para expresar sentimientos cotidianos y de popularidad tan arraigada, como es el caso del fútbol, con toda su parafernalia de ritos imprecatorios y emociones sin control; también, cierto grado de filosofÃa práctica, integradora, que genera una iconografÃa de carácter vitalista, en donde el color acompaña a las acciones desde una postura de ajuste de cada secuencia y de cada acción.
La obra de Enrique Burone Risso es elocuente y hasta por momentos, discursiva, sin que ello implique discurrir sobre ideas. Esto es asà porque el artista está creando desde lo lúdico, desde el saber interno, desde una creatividad muy cercana al mundo de la niñez. Quizá sea por ello, que el mundo de sus pinturas exprese tanto y tan bien, la realidad de su realidad.
Horacio Safons AICA/AACA
San Fernando, Junio de 1997.