Ya desde mi primer viaje a la Patagonia, allá por 1973, llegamos con un amigos hasta Punta Tombo. Un espectáculo increÃble. El camino de tierra y arena que cruzaba la pingüinera era un gran espectáculo de pingüinos magallánicos caminando hacia el mar o volviendo al nido para dar de comer a los pichones. Cada tanto encontrábamos un pingüino muerto que habÃa sido pisado por algún vehÃculo.